“¿Qué es la elegancia?”, nos preguntó hace algunos años la profesora de Asesoramiento de Imagen… Todos pusimos caras de: “¡qué pregunta!, obvio que todos sabemos qué es la Elegancia!!… Pero luego de varios segundos de silencio, algunas manos comenzaron a levantarse tímidamente… La elegancia es, es, es… ser elegante… ¿y qué es ser elegante entonces?. Silencio otra vez…
Según el escritor francés Honoré de Balzac, la elegancia es “la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos”.
El término “elegante” viene del latín “elegere” que significa elegir, una cualidad humana que supone que siempre “elegimos lo mejor”. Así es que la elegancia es el modo de ser y de estar, íntegro, positivo y armonioso, de determinadas personas, que se manifiesta externa e interiormente en su modo de vivir, estar, vestir, moverse, y relacionarse en la sociedad, con gracia, nobleza y sencillez, respeto a los demás, naturalidad y buen gusto.
¿Cuáles son las características que hacen a algo o alguien elegante?. Para responder esto, ese alguien o algo debería reunir cuatro componentes, a saber: lo estético, la naturalidad, la distinción y la belleza.
Lo estético es lo bueno que existe en cada persona, entendido como el buen gusto y el estilo propio en el modo de presentarse. También tiene mucho que ver con el pudor, como actitud humana que defiende la intimidad personal. En este sentido podemos hacer una distinción entre lo que es atraer, seducir y provocar; para estos términos podemos utilizar “allure” -palabra proveniente del francés antiguo “aleurer”- que significa aura, atracción, encanto o seducción, tener buena pinta, garbo, atractivo o buena apariencia y también del inglés como sinónimo de “cautivar”.
El “charme”, otro término del francés- significa encanto o conjunto de cualidades que hacen a alguien o algo muy atrayente. Distinto del “sex appeal” ambas palabras provenientes de inglés y que sólo indican “atractivo sexual”.
Según el escritor francés Honoré de Balzac, la elegancia es “la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos”.
El término “elegante” viene del latín “elegere” que significa elegir, una cualidad humana que supone que siempre “elegimos lo mejor”. Así es que la elegancia es el modo de ser y de estar, íntegro, positivo y armonioso, de determinadas personas, que se manifiesta externa e interiormente en su modo de vivir, estar, vestir, moverse, y relacionarse en la sociedad, con gracia, nobleza y sencillez, respeto a los demás, naturalidad y buen gusto.
¿Cuáles son las características que hacen a algo o alguien elegante?. Para responder esto, ese alguien o algo debería reunir cuatro componentes, a saber: lo estético, la naturalidad, la distinción y la belleza.
Lo estético es lo bueno que existe en cada persona, entendido como el buen gusto y el estilo propio en el modo de presentarse. También tiene mucho que ver con el pudor, como actitud humana que defiende la intimidad personal. En este sentido podemos hacer una distinción entre lo que es atraer, seducir y provocar; para estos términos podemos utilizar “allure” -palabra proveniente del francés antiguo “aleurer”- que significa aura, atracción, encanto o seducción, tener buena pinta, garbo, atractivo o buena apariencia y también del inglés como sinónimo de “cautivar”.
El “charme”, otro término del francés- significa encanto o conjunto de cualidades que hacen a alguien o algo muy atrayente. Distinto del “sex appeal” ambas palabras provenientes de inglés y que sólo indican “atractivo sexual”.
La naturalidad proviene en partes iguales de la espontaneidad y la
autenticidad es decir, mostrarse uno tal cual es, de modo que lo que ven de
nosotros responda a nuestro ser verdadero. La moderación y la mesura también
forman parte de la naturalidad. Los excesos no son elegantes, porque hacen que
las cosas y los gestos no se vean sinceros. La verdadera elegancia siempre es
portadora de naturalidad. Actuar espontáneamente, con gusto y estilo personales
muestra una elegancia que viene desde el fondo de la persona.
La distinción es lo distinguido, lo que sobresale de la persona, lo que la eleva y la hace señorial. Es todo lo opuesto a lo vulgar, al desaliño y a la suciedad. Algunas personas tienen porte, andar y formas bien proporcionadas o hermosas. Cuando estas personas tienen buen gusto y un toque de distinción, pueden llegar a desarrollar un esplendor natural que a los demás les suele resultar inalcanzable. “El bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se disfraza, el elegante se viste”, decía Honoré de Balzac.
La distinción es lo distinguido, lo que sobresale de la persona, lo que la eleva y la hace señorial. Es todo lo opuesto a lo vulgar, al desaliño y a la suciedad. Algunas personas tienen porte, andar y formas bien proporcionadas o hermosas. Cuando estas personas tienen buen gusto y un toque de distinción, pueden llegar a desarrollar un esplendor natural que a los demás les suele resultar inalcanzable. “El bruto se cubre, el rico se adorna, el fatuo se disfraza, el elegante se viste”, decía Honoré de Balzac.
Diríase que la elegancia es más que puro y simple protocolo social, es una filosofía de vida, es una forma de comportarse, de modos, de actitudes y aptitudes. La elegancia se sustenta en un triángulo del que forman parte la educación, la delicadeza y la cultura; estos tres valores son equiparables a un buen libro y a un buen perfume: el libro aromatiza el alma, el perfume, el cuerpo y ambos a la persona.
En mi humilde opinión, y hasta donde conozco, hubo y hay pocas personas verdaderamente elegantes. Algunas de mis favoritas son: Coco Chanel, Jackie Kennedy, Audrey Hepburn, Rania de Jordania, Edward y Wallis -Duques de Windsor-, Brad Pitt y más por estos lares, Karina Rabolini.