La leyenda del LBD (Little Black Dress) nació en 1926 cuando la prensa de moda se hacía eco de la última creación de Chanel: un vestido extremadamente sencillo confeccionado en crepé negro, de escote alto, mangas entalladas y un corte justo arriba de las rodillas. No tenía cuello, botones, bordados, capas, ni empalmes.
El mítico “vestidito negro” ostenta una interminable historia de éxitos y elegancia que ha sorteado todos los embates de la implacable industria de la moda. Su diseño de líneas puras y la virtud de sentar bien a cualquier mujer hicieron que fua era bautizado por la revista Vogue América como el “Ford de Chanel”: de alta calidad y el primer vestido producido en masa.
El vestido negro es un básico infaltable del guardarropas femenino y es la prenda por excelencia que nos hace lucir tan estilizadas como elegantes. Además, es el mejor aliado que nos salve -prácticamente- en cualquier ocasión, por ejemplo:
- Cuando no podemos decidir qué ponernos.
- Cuando tenemos algunos kilos de más, ya que suaviza las curvas haciéndonos ver más delgadas.
- Cuando queremos mostrarnos sofisticadas, sensuales, sexies y/o misteriosas.
- Cuando necesitamos reflejar una imagen de autoridad y poder.
- Cuando vamos a entrevistas o reuniones laborales.
- Cuando asistimos a una fiesta elegante, cocktail u otras ocasiones más informales como un “after-office”.
Coco Chanel hizo del vestido negro una prenda democrática apta para todas. Versátil como ninguno, puede ser usado en diferentes momentos del día, con distintos estilos y acompañado de otras prendas o accesorios.
Presente en la pasarela temporada tras temporada, este invierno no es la excepción:
Si todavía no tenés uno… ¿qué estás esperando!? Elegí un modelo sencillo: nunca pasará de moda, tendrás infinidad de combinaciones posibles y te sacará de apuros siempre.
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