La
homosexualidad, la transexualidad y la diversidad sexual son una realidad a la que
no se puede ignorar ni dar la espalda. El mundo de la moda puede ser cruel,
voraz, rápido e imponer imposibles cánones de belleza, pero nunca es inmovilista y conservadora.
Si lo sabrá la modelo serbia Andreja Pejic (musa de diseñadores como Marc Jacobs y Jean Paul Gaultier) nunca negó su condición masculina. De hecho, no le preocupaba en lo más mínimo la denominación de su sexo, simplemente se sentía cómoda con ropa y complementos femeninos.
A partir de la consulta de mi primer cliente “trans”, empecé a reflexionar sobre cuán difícil les resulta expresarse a través de la ropa sin avergonzarse ni de su cuerpo, ni de su estilo, ni de nada.
La moda es un campo de autoexpresión que les brinda una vía de escape y la ayuda más importante para muchos que sienten perdida su identidad. Las prendas pueden disparar su autoestima, sin embargo, entre el cuerpo de un hombre y el de una mujer existen diferencias biológicas que no se pueden ignorar a la hora de diseñar un buen patrón.
Estos consumidores necesitan diseñadores que apuesten por colecciones que hallen un punto de encuentro entre la moda y quienes se identifican con un género distinto.
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